miércoles, 27 de abril de 2011

...Música de locos...

La mejor música es la que no podemos escuchar, esa que nace del silencio de nuestras emociones.
Hay que tomarle el ritmo, seguirla en cada compás…disfrutar de su cadencia…un, dos, tres. Un, dos, tres…

La fuerza de la melodía no es su estrepitoso resonar, sino su cálida y fría resonancia mental…suerte de algún artilugio del mal que absorbe a quien la escucha…sigilosa, silenciosa…un, dos, tres, un, tres…
Tal es su poder que deja sordo a los sonidos, enfrentándolos, desdeñándolos…quizá el silencio no sea tan malo, quizá si es sonido, la escuchamos…puede que estemos sordos del silencio, la sentimos…puede que seamos borrachos de la inexistencia, absortos en un mar de dudas y mareados de un devenir de tempestades.

Quién sabe de lo gris del pensamiento o del negro de las emociones.
Nadie a odiado jamás su propio aroma, porque no lo siente, no lo percibe, pero sabe que existe…y así, una vez más…los pensamientos ganan a la razón y ella se refugia en el desazón…lleno de sonidos, palabras rimbombantes sin sentido, principio sin final…simplemente vivo. Vivo yo, vives tú ¡vivimos todos!...pero no sé hasta cuando…

Triste realidad de los sentidos que no reflejan más que el vacío de la existencia que no existe si no somos conciente de ella…sonido, sentido, palabra…razón…no existe…

No vivo si no me recuerdas que lo estoy.

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