jueves, 25 de octubre de 2012

Gran disfraz



Alguien con quien sentirse contenido…
Alguien con quien el protector se sienta protegido… ¿será posible?

La sensibilidad puede ser disfrazada de cordura, pero ¿podrá vencer la razón a la locura?

¿Puedes decirme si hay algo ahí fuera? ¿Algo por qué luchar? 
Siempre estaremos juntos, tú la muerte y yo…muy love…

jueves, 4 de octubre de 2012

¿Felicidad?



Los orientales buscan la solución en la simpleza de las cosas. Nosotros no, creemos que en el entuerto más grande hallaremos lo que estamos buscando, pero qué es lo que verdaderamente buscamos…qué, me pregunto…
Supongo que la palabra exacta que engloba todo es “Felicidad”…los orientales, y a mi parecer quienes más asertivos son, buscan la “armonía” (Bella palabra para describir toda una existencia). Y sí, yo busco eso, armonía, porque felicidad es un concepto tan volátil y lejano que no la siento una meta. No, no quiero ni deseo la felicidad, deseo la dulce, prolongada, tranquila y serena “armonía”. Ese bienestar interno que te dice: “No hay nada de qué preocuparse, todo está en orden. Como debe ser”.

Hallar lo que venimos a buscar no es fácil. Se necesita determinación, aguante, entrega, arrojo…valentía. Levantar la voz y gritar “Libertad” es de visionarios, personas que nacieron para luchar, ayudar a otros a avanzar, a veces pienso y deseo tanto ser una de esas personas, una de aquellas que ayude a encausar al resto y morir así, ayudando. Mi sueño es despedirme de este mundo contribuyendo. No quiero desperdiciar nada, he comprendido desde hace mucho que lo único que tenemos es tiempo, y que si no lo ocupamos, él se ocupará de nosotros. 

miércoles, 3 de octubre de 2012

Atardecer



Cerca, no muy lejos del medio día. Cuando cae el sol a pedazos, se ve tan lindo el horizonte. Se siente esa calidez escondida en los recodos del silencio. La tarde entibia sus pasos y el corazón de quien la observa.
Es el único momento del día en que agonizan los sentidos, los recuerdos fluyen, el silencio cae y la tristeza hace su trabajo.
Son tan lindas esas horas, tan lindas…quisiera pedir un deseo y es que fueran eternas.

La vida pasa lento, los minutos colman la estancia, la habitación se tiñe de un dorado especial y de pronto, poco a poco y casi sin quererlo, las risas escondidas en baúles se escapan. No las logro atrapar, se deslizan por los recodos de la casa, se burlan de mi impaciencia y amenazan con hacerse eco de mis recuerdos ¡cómo las odio! Detesto que me muestren un pasado muerto, delirante, anhelado.

No deseo el instante en que el día agoniza, no lo deseo porque gira una y otra y otra vez llenando cada día de dulce dorado, y cada noche de gélido negro. No, en verdad no deseo experimentar sentimientos provocados por agónicos y eternos instantes.

Y qué si hago mías las lágrimas del tiempo, qué si compenetro en su mortal desenlace, qué si me muestra el sucio dolor de alrededor… no es que importe demasiado, no importa nada, nada a nadie excepto a quien sufre.
Debo decir, debo admitir el deseo de catarsis esas tardes que bañan mis recuerdos. No pretendo cambiar lo que ya está hecho. De verdad que duelen las pérdidas, de verdad que duelen los momentos perdidos, horas desperdiciadas…sí, sí…es agonía la tinta del lápiz con el que escribo…y es que he querido decir todo este tiempo que siento tan feo aquí dentro, tan negro, amargo y miserable aquí dentro, que trato de expulsarlo de alguna manera. No comprender que es casi imposible induce a duda, al pesar, al abandono y a la antes desconocida soledad.

Ese maldito sentimiento me oprime demasiado el cuello, baila mi desgracia, canta mis llantos, aprieta aún más mis nudos. ¿Será que siento una familia perdida nuevamente? ¿Será que vuelvo a experimentar el abandono? ¿Vuelven a morir los inquilinos? ¡Por qué nadie me escucha!

¡Por qué simplemente no retrocedo al instante donde todo termina!