jueves, 24 de mayo de 2012

Miedo


La bilis subió hacia mi garganta con frenesí, mientras los latidos de mi corazón agonizaban a cada golpe de pecho.
Ocurrió así nada más. El desconcierto, la desesperación y el frenesí hicieron mella y calaron hondo ...en lo que tarda en dar la vuelta el segundero del reloj.


domingo, 13 de mayo de 2012

Amarillo



Y ese color amarillo gastado que corre por las ventanas, avisa su llegada.
Ondea sus melancolías en los atardeceres…

El cementerio y sus  muertos, las flores podridas despidiendo su olor nauseabundo.
Esa atmósfera de silencio y aprensión, caminas hacia el que crees te espera, tropiezas con vidas silenciadas y expuestas en madera, loza, piedra…mausoleos…

Lo peor es que fueron vidas, como la tuya, como la mía y ahora son nada.
Camino rápido por ese camino santo y sacrílego temiendo mimetizar mi alma con el lugar, deseando e imaginando nunca convertirme en uno de ellos…tan indestructible nos creemos…solo el silencio nos espera con la muerte, solo el descanso se anidará para siempre, solo el olvido nos volverá mortales y el recuerdo nos volverá  a la vida.

Sigo observando a paso raudo el lugar y me estremezco al ver imágenes conocidas, vidas conocidas y después…nada, nada, nada.

Somos polvo, reflejo de mil años sobreviviendo, mil años que se convierten en siglos de odio, sufrimiento, poder, codicia…y después NADA.

El atardecer me muestra la peor cara de este lugar, su desesperanza. El vacío te llena y esclaviza, te sientes tan diminuto y corriente. Te sobrecoge pisar las piedras, quebrar las hojas y mirar el mortuorio paisaje.

Tengo conciencia de la vida mortal de estos lugares, sé muy bien que puedo huir a la parte más apartada del mundo y siempre volveré a este sitio, no importa lo que haga y cómo lo adorne, los sueños que tenga, la vida que elija, las penas y alegrías, los escollos que salte…yo sé que el tiempo y la suerte han sido echados, sé que desde el momento de nacer las horas juegan en mi contra y volveré juntos con otros al lugar del que vine; porque polvo eres y a polvo volverás…

lunes, 7 de mayo de 2012

Pelotita de colores

Y ese niño jugaba y jugaba, ajeno al sufrimiento que lo rodeaba, ajeno junto a su pelotita de colores.
Era tan bello, con sus ojitos despidiendo luz a quien lo mirase. Tan alegre con su
sonrisa de melocotón.
Dulce como el corazón de la fruta madura.

Iba en su pequeño triciclo de un lugar a otro…lento, lento como las manillas del reloj…así debió ser siempre, alcanzable hasta el último momento.

Confinado a la dulce espera maternal, esperó y esperó…esperó tanto que un día decidió dormir.
Día triste y doloroso para todos, día de sueños hermosos y eternos para él.
Y su amigo el fuego, el que purifica y eterniza quiso ayudarlo…y lo hizo.

Mil gritos desgarrados por el viento se escucharon ese día.
El señor que velaba sus sueños de niño y lo amaba como a su hijo no lo soportó y así, despacio pero implacable, caminó hacia el encuentro del pequeño.
Todos lo vimos, nadie dijo nada. Fue triste, pero no inesperado.

Hoy día, el pequeño niño de dulce sonrisa ya no está. Tampoco su triciclo ni pelotita de colores. Creo que se cansó de esperar…El señor de semblante triste y duro también decidió partir.


Algunas veces, en el cielo, se ven dos estrellas, una pequeña apenas iluminada revoloteando cerca de la Luna y una más grande, siempre vigilante desde el firmamento.



Se sienten los espacios vacíos, esa soledad abrasadora de los atardeceres cálidos y melancólicos, pero supongo que es normal.
Debe ser normal ver la muerte pasar tantas veces por tus ojos y suspirar como respuesta.
Debe ser normal que te vayas quedando cada vez más solo y que más espacios vacíos aparezcan de la nada.
Debe ser normal querer ser también una estrella y brillar para siempre…debe ser normal…