martes, 16 de agosto de 2011


No quiero que el sol baje, no quiero que la esperanza se me derrita entre los dedos como el crepúsculo del anochecer…no quiero que el atardecer acabe, es tan bello en su propia belleza, tan delicado y fatal…tan próximo a la nostalgia y cruda melancolía…no quiero que se acabe, lo quiero eterno junto a mí…no deseo que el silencio triste de colores alegremente irónicos desaparezca.
Y sin embargo, se va, huye advirtiendo que el tiempo otra vez se me escapó y que quizá lo disfruté, quizá logré captar su mensaje…quizá logré interpretar su huída como señal de que tarde o temprano se aproxima la mía…

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