martes, 16 de agosto de 2011


Voy a huir, escapar de mi misma y de los demás, a gritar la libertad y disponer de ella a mis antojos…y seré feliz, feliz por una milésima de segundo y luego la tristeza y desesperación se apoderarán de mi para volverme pequeña y disoluta ante mis ojos…y sin embargo, sin embargo seré feliz, feliz, feliz con la displicencia de la condena en el resto. Me volveré de piedra y no escucharé esos gritos plañideros tras mí partida, solo seré yo y nadie más…podré por fin volar alto, así, bien encumbrado como Ícaro, pero no tan cerca del sol como para quemarme tan rápido, no todavía, primero hay que disfrutar el crudo e imperecedero instante de la liberación de miles de inauditos años de prisión para luego caer bajo la arrogancia de quien se cree triunfador.
Y mi alma volverá a estremecerse bajo carcajadas rápidas, sorprendentes y fuertes, tan fuertes como mis ganas de emprender camino y desaparecer para siempre.
Ah! Vida ¡maravillosa y libre! ¡Cuánto te deseo! Ni yo lo entiendo…deseo tanto volar, desaparecer y no volver…deseo, deseo, deseo… ¡un grito desesperado que estrangula la garganta!
Es revivir mis pensamientos el estar verdaderamente sola conmigo, en paz conmigo, tranquila conmigo….y sin embargo tengo que irme muy, muy, pero muy lejos porque no soy capaz de no ser nadie y verme decaer día tras día en el espejo…llegó el bendito momento de parar, respirar y trazar.

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