lunes, 24 de octubre de 2011

Carta sin remitente

Hace unos días me vino esa vuelta de dirección donde cambias un poco la rutina y fuimos en bicicleta mi hermano y yo al cementerio…a verte. Qué quieres que te diga…no pensé nunca encontrarme en la difícil situación en la que una lápida nos separa. Mucho silencio, mucho silencio...
No sé si fue buena idea ir. Me resultabas más etéreo sin ese muro de concreto. Pero ahí estás, tu nombre, fecha de nacimiento y muerte…aunque lo que más llamó mi atención fue esa diminuta foto…ese fue el puñal de la verdad que me atravesó en silencio el corazón. ¿Por qué tanta tristeza si nuestros encuentros eran risas y cotilleos? ¿Por qué tanta nostalgia si la vida era un ir y venir de momentos nada más? Mi amigo, tengo tanto miedo de la mortalidad…de ser tan frágil y desaparecer. No quiero morir, no quiero que las personas que me acompañan dejen un día de estar conmigo. Hay veces en que la pena me vence y caigo presa de la angustia, pero no lloro, no desahogo el corazón apretado al alma que tengo. En tu funeral mi rostro era una máscara pétrea sin vida, solo la respiración constataba que estaba ahí, junto a ti…junto a los tuyos.
Hay un nudo en mi garganta que nunca deja paso a las lágrimas, supongo que las estanca, las seca, supongo que es normal…
De vez en cuando recorro mentalmente esos espacios vacíos que dejaste y te aseguro amigo, te aseguro que te conozco y sé lo que pensaste. Sé muchas cosas.

Cada vez que puedo dejo flores, recuerdos y palabras sueltas en tu muro, te escribo en Messenger y hago como si siempre estuvieras por ahí, bien cerca.
¿Te acuerdas cuando contrataste Internet y estabas tan feliz que decías que estaríamos siempre conectados? o antes cuando me llevaste a un ciber y me enseñaste a usar un computador?...después de eso no convertimos en los reyes del vicio online ajajá…buenos tiempos cuando cantábamos la Oreja de van Gogh o nos reíamos de los intentos de ser famosos de nuestros “amigos” o los romances o esos malentendidos que surgían de la nada...cada palabra, cada gesto, cada recuerdo los llevo grabados…
Fuiste el único que se despidió de mí con un fuerte abrazo diciendo que me querías mucho y que nunca lo olvidara cuando me fui a la universidad…
Compañero y hermano…te echo mucho de menos, perdóname el no haber estado ahí cuando necesitaste a alguien…
Y pensar que esa semana soñé contigo, sentía la urgencia de llamarte…algo tenía que decirte y te vi conectado…hay cosas en las que es mejor no ahondar.
Una vez más me despido con palabras que nunca llegarán al clavo de las cosas, son tan vanas como vacías, sabes muy bien cuánto me cuesta expresar los sentimientos…

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